jueves, 30 de diciembre de 2010

Bloquear el talento

Este escrito es de Vicens Castellano, se trata de un excelente relato, ocurrido en ‘cabeza ajena’ pero que tantas ocurrencias habrán sufrido infinidad de personas, es habitual, es lamentable y la empresa debería de responder con contundencia, a este desprecio por el talento, la ilusión y el compromiso de tantos, que ven como su frustración sobrevenida, por la debilidad el miedo y la mediocridad de sus superiores, vence a sus muchas virtudes y capacidades. El ‘techo de cristal’ es asfixiante, agobiante y desploma el interés, la iniciativa y lo que es peor; desmoraliza y deprime personalmente a quien lo sufre.

No solo la victimas, son las directamente afectadas, también lo es la empresa y por extensión el colectivo social de la misma.

Resalta de inmediato que la herramienta básica, que utilizan los mediocres, para mantenerse de forma artificial, por encima de sus capacidades, es la utilización de malas artes, el descrédito de los próximos y abundante malicia.

Como no puedo estar más de acuerdo con él, me permito hacer esta breve introducción y lo presento literalmente como en origen.

El jueves 23 de diciembre de 2010 V. Castellano escribe este excelente relato.

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Con el final del año llegan las entrevistas de evaluación del rendimiento. Un mecanismo que supuestamente sirve a algunas empresas para saber qué áreas de mejora tiene su personal, a quién deberían promocionar y cómo diseñar el plan de formación para el año entrante.

Lamentablemente estas evaluaciones las llevan a cabo personas que son a la vez el factor limitante. No pueden evaluar matices que a ellos mismos se les escapan.

Además, si el jefe evalúa a su equipo de una forma objetiva, quizás salga a la luz alguien tan bueno, tan dedicado, y con tanto talento, que le pueda hacer sombra, le pueda poner en evidencia, o le suponga una amenaza potencial.

Por otro lado, si uno anda muy ocupado con sus tareas, quizás no termine de ver el valor de este tipo de trabajo de desarrollo del equipo y llegue a considerarlo una aburrida rutina por la que "hay que pasar".

El caso es que esta mañana hablaba con un amigo que trabaja en un banco en el que instauraron, hace algunos años, estas evaluaciones del desempeño. Básicamente el jefe redacta un informe sobre el trabajo realizado por sus colaboradores a lo largo del año.

El año pasado el jefe le hizo una evaluación muy a la baja. Él se había entregado a fondo y había superado con creces el rendimiento requerido, estaba por encima del rendimiento medio de la oficina y la dedicación era notable. Pero la evaluación no lo reflejó... Hacerlo hubiera supuesto también una propuesta para un cargo mejor retribuido y el jefe no estaba "interesado" en esa promoción.

¿Qué piensas que sintió mi amigo cuando recibió tan injusta valoración?, ¿crees que se sintió más o menos motivado? No solamente bajó su rendimiento, sino que también quedó terriblemente frustrado. Al fin y al cabo durante ese año se había esforzado para rendir por encima de lo que se pedía y para ello había renunciado a otros compromisos personales.

Al ver que su esfuerzo quedaba desmerecido, decidió seguir una estrategia mucho más sana: limitarse a cumplir sus objetivos (los superó en un 40%) pero sin dar todo lo que podía dar. ¿Para qué?, ¿para que el jefe se lleve la medalla de un esfuerzo que no le corresponde y no reconozca el valor del tiempo y la dedicación de su equipo? Mi amigo lo ha tenido claro. No way.

En la evaluación de este año, como era de esperar, no ha llegado ni el reconocimiento ni la promoción, pero tampoco la frustración.

Las herramientas están ahí, pero mientras las personas, con nuestros miedos, seamos el elemento limitante, no serán utilizadas de la forma adecuada.


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